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Barbie. La muñeca que sueña con ser humana

Texto Por Gerardo Pérezgrovas

Barbie es una película que merece ser sujeta a un profundo análisis pues, acompañada de la fantasía, muestra una crítica de nuestra sociedad actual con sus claroscuros, donde debe fijarse el valor de lo individual de cada persona. Descubrir y aceptar quiénes somos es uno de los mensajes que también se abordan, así como que tales etiquetas, más que definirnos, nos limitan y hay que redescubrirnos o reinventarnos, pero ya sin ellas.

La muñeca Barbie ha sido el ícono de una generación; representa a una mujer -no a una bebé ni a una niña-, que pareciera transmitir el mensaje de: “Sé lo que quieras ser”. Nacida de la mano de Ruth Handler, en 1959, quien se inspiró al ver a su hija Barbara y a las amigas de ésta jugando a vestir muñecas de papel.

El color rosa, gracias a una apropiación cultural y social se ha visto asociado a todo aquello que se considera femenino, en la rama del marketing conocida como Neuromarketing se le asocian cualidades como ternura, afecto, suavidad, belleza, amistad, sensibilidad y amor, entre muchas otras. Mattel registró más de 100 tonos de rosa para todos los productos, desde vestidos hasta automóviles, pasando por productos y accesorios relacionados con la maternidad, lo femenino y el glamour.

Según la Teoría de los colores, escrito en 1810 por Johann Wolfgang von Goethe, cada color carga dentro de sí mismo un determinado carácter simbólico que, también, implica una manera de afectar las emociones de las personas, por ejemplo, hoy en día, la neurociencia plantea que el color rosado es un aliado para combatir el estrés, pues induce a la calma, brinda esperanza y combate la agresividad. No es casualidad que las novelas románticas –a las que también se les conoce como novelas rosas–, así como en el resto de los géneros literarios, del cine, y de la música, se utilice mucho este color, y sea, generalmente, como una manera identitaria del género femenino.

En contraste, en algunas culturas de la antigüedad el color rosa era asociado con lo masculino, por ser similar al rojo, pero no con tanto carácter bélico, y el azul era habitual en las mujeres por ser el color que se usaba, por ejemplo, para el manto de la Virgen. Esto cambia en la década de los años 20´s o 30´s del siglo XX, cuando los hombres usan trajes con tonos oscuros, azules, negros, grises, etcetera, mientras que las mujeres se visten con colores claros, pastel, azules, verdes, amarillos y, sobre todo, rosa, lo cual, se creía entonces, reafirmaba su femididad y sus  cualidades maternales y hogareñas.

En su debut en la pantalla grande, Barbie retoma parte de la estética clásica con la que surgió, llamando la atención de un extenso público, tanto de niñas pequeñas, jóvenes y todos aquellos que crecieron con esta aclamada muñeca. Esto se vio reflejado con la inundación rosa al momento de que la película llegó a las salas, un fenómeno que pintó de color rosado el pasado verano. La película es una historia muy colorida, o al menos eso es lo que aparenta ser en un principio, una joven con la vida perfecta todos los días. Por otro lado, el color rosado también ha sido un tema de debate entre las diversas corrientes feministas, pues dentro de las manifestaciones este color hace alusión a “¡Ni una más, ni una más! ¡Ni una asesinada más!”. Usado como una manera de rememorar a las víctimas de los feminicidios, pues de acuerdo con el periódico El País, es retomado de las Cruces Rosas, que fue un símbolo de protesta en contra de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Por otro lado, en las luchas recientes del feminismo interseccional se incluyó este color para incorporar a las mujeres trans en la lucha.

El mundo donde habitan las muñecas Barbie (Barbieland) está lleno de excentricidades. Es una vida muy dinámica, colorida y visual, un gran montaje musical; en pocas palabras, podría ser una fantasía idílica y, en todo caso, utópica. La Barbie protagonista es perfecta –siempre lo es–, de pies a cabeza, acompañada de las otras Barbies, como la doctora, la astronauta, la ingeniera, etcétera. La vida es ideal, todos los habitantes de Barbieland piensan en el legado que le han dado a las niñas y mujeres del mundo. Cada día que pasa es el mejor día, una fiesta sin fin, diversión, moda, música, o al menos lo fue hasta que nuestra Barbie comienza a tener pensamientos sobre la muerte, lo cuál desestabilizó todo a su alrededor.

Emociones nuevas, extrañeza, tristeza, depresión son los sentimientos que comenzaron a aquejar a Barbie y que no estaba acostumbrada a tener. Malestares físicos, como el dolor, perder el arco del pie o tener celulitis. Barbie consulta a “Barbie Rarita”, una muñeca tan maltratada por su dueña que termina relegada socialmente del mundo y quien se encarga de reparar al resto. Rarita dice a Barbie que, para volver a su estado perfecto, deberá viajar al mundo humano, hablar con la niña que juega con ella y averiguar porqué carga con esas emociones.

A partir de ese momento, la película maneja un discurso feminista, más notorio en la comparativa de ambos mundos, pues en Barbieland las mujeres son quienes detentan el poder y ocupan cargos importantes, mientras Ken –en realidad un hombre objeto, o mejor dicho un objeto-hombre, pues es un muñeco–, lucha por el amor y la atención de cada Barbie pues sin ella él no vale nada. Por otro lado, el mundo humano es gobernado por los hombres, quienes ostentan los cargos de poder, y sobre todo porque Barbie descubre con dolor que en el mundo humano ella no es más esa figura que inspira a las niñas, sino que ha desanimado a muchas generaciones.

Barbie es una fábula existencialista que busca demostrar de manera un tanto satírica el funcionamiento de los roles de género, del patriarcado e incluso la manera en que éste también afecta la masculinidad. Este filme es una constante crítica hacia la sociedad y hacia la marca misma de Mattel, una de estas críticas notables es el uso de tacones todo el tiempo como algo incómodo, tortuoso.

Las modificaciones corporales para alcanzar la perfección del cuerpo, sobre todo el femenino han inundado las culturas del mundo, sobre todo en las asiáticas que llegaron a la tortura. Vendas, tablas, ataduras en los pies de millones de niñas durante siglos fueron desfigurados por un ideal de belleza, pues los pies pequeños, desde esa perspectiva machista cultural, dan un aspecto juvenil, estético y bello que atrae a los hombres. Los llamados “Pies de Loto Dorado” eran la oportunidad de conseguir una mejor vida, y sobre todo un mejor estatus económico.

El propósito principal de esta actividad según Laurel Bossen, autora del libro “Pies vendados, manos jóvenes”, es más que nada de carácter económico, buscar esa liberación económica usando su belleza como un medio que se va construyendo prácticamente desde que nacen. Prácticamente en todas las culturas del mundo se ha llevado el ideal del cuerpo perfecto femenino hasta niveles que afecten la salud de muchas, tanto los pies, como tallas exageradamente delgadas, e incluso medidas de sus pechos o glúteos casi irreales.

Entre ambos mundos, el real y Barbieland los personajes se enfrentan a la realidad de la imperfección de ambos, pues un modelo siempre va a oprimir o tener a disgusto a la otra mitad, y ahí entra el personaje de Gloria, una madre trabajadora que aun juega con muñecas, que es quien le transmite esos sentimientos a Barbie, la cuál a sus ojos nos hace ver un punto intermedio, que las mujeres son personas tratando de hacer lo mejor posible, aunque muchas veces sea demasiado complicado por lo que se espera de ellas, un discurso muy ambiguo y complicado de entender.

Ken y Barbie nos muestran cómo esa búsqueda de identidad puede ser una aventura de por vida. Primero Ken, quien toda su vida ha sido relegado y su único objetivo es llamar la atención de Barbie, conoce otra manera que busca replicar en Barbieland, donde los Ken gobiernen, aunque al final esto no le llena, pues lo único que deseaba era pasar tiempo con su novia. Barbie, por otro lado, con su malestar acerca de su realidad, cree que desea ser como antes, sin cambios, perfecta como ella cree, pero al avanzar la película se da cuenta que tal vez las imperfecciones de la vida son aquellas cosas que le dan sabor. 

Ambos personajes se encuentran con caminos diferentes, pues Ken, al final, entiende que debe ser algo más, no sabe todavía qué y debe descubrirlo: encontrarse a sí mismo sin Barbie de por medio; ir poco a poco hallando su identidad, en fin reencontrarse. Por último, Barbie entiende, al final, que no quiere volver a ser la de antes, por primera vez quiere vivir en realidad, pues ella lo ha sido todo menos humana. Ella desea tanto ser una mujer real, vivir, envejecer, morir, ser imperfecta y normal; es decir, aquello que hace bonita la vida, un mensaje que trae consigo un gran desarrollo de personaje que habla de la deconstrucción de la personalidad acompañado de la búsqueda de una vida más realista pero que la haga más feliz.

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