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¿Hacia dónde se dirige el cine?

Por Mario González

El 18 de junio de este año, la Cineteca Nacional inauguró su Sala Virtual. El proyecto, según su propia página, busca “extender la experiencia del cine a través de exhibiciones digitales, llegando a todo el territorio mexicano desde el sitio web”. La idea -que simplificada al extremo consiste en la proyección de una película de forma virtual- es la cristalización de una lucha que ha venido sosteniendo la industria fílmica frente a los estragos económicos provocados por la pandemia de la COVID-19. A diferencia de las plataformas de streaming -que cuentan con un catálogo fijo de películas que viene con un pago mensual y otro especial para rentar o comprar otros filmes-, este proyecto se asemeja más a la experiencia clásica. Así, uno puede comprar sus boletos para una función, pero las películas sólo están disponibles un par de horas. Además, el espectador tiene una tolerancia de 15 minutos para entrar a la proyección y ya iniciada, puede pausarla hasta 10 minutos como máximo.

La Sala Virtual de la Cineteca se estrenó en junio pasado. Imagen: Twitter: Cineteca Nacional.

Las características, que pueden lucir como arbitrarias, en realidad tienen un propósito. “Nos parecía importante por un tema de disciplina cinéfila, si quieres llamarlo así, de que no fuera ‘hoy empiezo a verla y veo un pedazo y mañana veo otra parte y si me da el tiempo el jueves próximo la termino’”, le explicó Nelson Carro, director de Difusión y Programación de la Cineteca a Milenio.

 

La propuesta responde a las dudas sobre lo que le espera al futuro de la industria ante lo sufrido el último año y medio. Por un lado, la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica, en su reporte anual de 2020, declaró una caída de ventas de boletos en sus espacios físicos del 81.5% con respecto al año anterior, es decir, que sus ingresos pasaron de 18 mil millones a 3 mil 500 millones de pesos. Por el otro, en 2020, las plataformas de streaming han crecido 35%, menciona Ricardo Quiroga para El Economista.

Estos números no pueden más que traducirse en catástrofe. En la misma publicación, Quiroga escribe que desde que comenzó la pandemia, se han cerrado “30 complejos de exhibición a nivel nacional y 54 espacios independientes, así como 57 festivales cancelados”. Ante tales embestidas, no es extraño preguntarnos cuál es el futuro del cine, ¿acaso está condenado a desaparecer tal y como lo conocimos hasta hace un par de años?


Respuesta unánime: no. En junio del año pasado, Expansión organizó la mesa de debate “El arte de crear y distribuir contenidos tras la pandemia”, donde participaron Sharon Zyman, general manager de VP Turner México y Colombia; Fernando de Fuentes, presidente de Canacine; y Ricardo Larrea, director de operaciones y desarrollo inmobiliario de Cinemex.  En ella, los tres estaban de acuerdo en que la industria estaba mutando, pero no desapareciendo, “son cosas del momento, donde cada cual está lidiando como puede con esta tormenta. […] No hay nada como ver una película en el cine”, aseveró Larrea.

Ante la pandemia, la Cineteca Nacional ha resistido y ya prepara la inauguración de su segunda sede. Imagen: Wikimedia.

La convicción de su sentencia se vio a prueba unos meses después, pues Cinemex tuvo que cerrar 200 salas indefinidamente en febrero de este año por el efecto de la COVID-19. Sin embargo, tal como lo expresó en aquella mesa, esta empresa -la segunda cadena del rubro más grande de México- ha estado nadando a contracorriente y para finales de mayo ya había reabierto 153 complejos.


Esta muestra de voluntad la podemos sumar a otros casos de gran relevancia, como el regreso de La Casa del Cine, proyecto independiente que cerró “definitivamente” en diciembre del año pasado, pero que volvió a la vida gracias a la inversión de particulares, quienes tienen fe en el proyecto. O el reciente surgimiento de CineDOT, una compañía que abrió dos complejos en julio pasado, uno en Los Reyes y otro en Coacalco. Según Darinka Rodríguez, para El País, la intención de esta cadena es abrir 120 salas en el centro de México en los próximos 24 meses. A estos ejemplos, tendríamos que sumarle la construcción de una segunda sede de la Cineteca Nacional en el Bosque de Chapultepec, en la Ciudad de México, y que está planeada a estrenarse a finales de este año. La industria, que ha estado entre la espada y la pared desde hace unos meses, pelea a brazo partido, y como se puede ver, no lo hace nada mal.

Pero ella no es la única que niega la extinción de estos espacios. Fernanda Gómez, artista digital y cinéfila, dice que ir al cine es una experiencia que va más allá de sólo ver una película, pero también se muestra consciente de los cambios que está sufriendo. “El valor de un espacio cinematográfico, sea virtual o físico, recaerá en su selección de películas, lo que llevará a que existan espacios para nichos cada vez más específicos”, explicó.

 

Por su parte, Francisco González, guionista y también amante de las películas, cree que en el futuro el número de salas de proyección pequeñas crecerá gracias a los acuerdos de distribución que hagan los espacios de proyección, las plataformas y las compañías productoras. Él sabe que la extinción de estos lugares todavía se encuentra lejano. Y justificó: “Hay películas que es necesario verlas ahí, no hay nada como entrar a una sala oscura ajena al mundo y ver una película proyectada sobre la pantalla grande”. El cine como un mundo separado de éste, un mundo propio y único. Cualquiera que haya probado la experiencia análoga, sabe de lo que Francisco está hablando.

Pero ella no es la única que niega la extinción de estos espacios. Fernanda Gómez, artista digital y cinéfila, dice que ir al cine es una experiencia que va más allá de sólo ver una película, pero también se muestra consciente de los cambios que está sufriendo. “El valor de un espacio cinematográfico, sea virtual o físico, recaerá en su selección de películas, lo que llevará a que existan espacios para nichos cada vez más específicos”, explicó.

 

Por su parte, Francisco González, guionista y también amante de las películas, cree que en el futuro el número de salas de proyección pequeñas crecerá gracias a los acuerdos de distribución que hagan los espacios de proyección, las plataformas y las compañías productoras. Él sabe que la extinción de estos lugares todavía se encuentra lejano. Y justificó: “Hay películas que es necesario verlas ahí, no hay nada como entrar a una sala oscura ajena al mundo y ver una película proyectada sobre la pantalla grande”. El cine como un mundo separado de éste, un mundo propio y único. Cualquiera que haya probado la experiencia análoga, sabe de lo que Francisco está hablando.

La Casa del Cine renació gracias a la fe de algunos inversores en su proyecto. Imagen: La Razón.

A pesar de que su camino no luce esperanzador, el cine y sus formas clásicas de distribución y exposición han demostrado una gran capacidad de resiliencia. Prestando oídos sordos a las falsas señales sobre su destino, él propone, inventa y avanza a su ritmo. La Sala Virtual y el renacimiento de La Casa del Cine son sólo un par de ejemplos de ello. Y resulta admirable que incluso al estarse jugando la vida frente a una tormenta ni siquiera pestañea, como si se supiera imbatible.

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