Saltar al contenido

Una mirada del arte a través del poder

Por Sofía Gamboa

El arte o la producción artística como tal, es quizá, junto a la razón, una de las capacidades que diferencian a los humanos de los demás seres vivos. Pero el arte no es sólo una capacidad creativa, sino que conlleva la reinterpretación de la realidad, logrando su implementación como instrumento liberador, o en el caso contrario, de dominación. 

A lo largo de la historia podemos ver ejemplos del arte como producto de una serie de intereses que corresponden a una forma de poder, ya sea el religioso, político o económico. Ayala (2013) describe ‘‘El poder es la capacidad que tenemos los seres humanos de condicionar o transformar la vida en sociedad, de ordenarla y conducirla’’. Desde los albores de la civilización, como la conocemos, el arte ha sido un elemento presente y condicionado por el poder que lo patrocina o defiende. No es coincidencia que los grandes movimientos político-sociales estén siempre vinculados a una corriente artística que los respalde, o bien, los legitime, a través de símbolos y representaciones con significados implícitos. 

Hablemos sobre el Renacimiento, que tuvo a Italia como epicentro. ¿Qué o quiénes propiciaron esta tendencia artística? Si bien, uno de los pilares de este momento en la historia fue la reivindicación del hombre y su relación con el universo a través de una perspectiva artística y humanística, también significó la intervención de un nuevo poder: el económico, a través de la burguesía. Capaz de patrocinar la inventiva humana, desde la filosofía hasta la arquitectura, las matemáticas y la astronomía, esta nueva clase social pudo acceder al arte y la cultura, modelar la realidad y retratar sus intereses de forma que su entrada al círculo de la nobleza se viera facilitado.

Santuario de Nuestra Señora de los Remedios (1594) Cholula, Puebla. Catedral situada sobre la pirámide más grande del mundo.

Nuestra infantería se mantiene en pie por encima de todo (1943), Sepp Happ. 

Lo más probable es que no encontremos mejor ejemplo del arte como instrumento de dominación al servicio del poder religioso que la conquista de los imperios mesoamericanos. Con la Conquista vino la evangelización. Cortés (2009) explica de qué manera este proceso de conversión religiosa se vio favorecido por la implementación del arte en sus diferentes manifestaciones. Desde la arquitectura, con la suplantación de los templos ceremoniales por catedrales, la enseñanza del oficio de los artesanos como creadores de arte sacro, hasta las representaciones teatrales que acercaban los valores católico-cristianos a los nativos americanos. 

Por ejemplo, el Barroco, corriente artística nacida en España a partir de la lucha entre la Iglesia Católica y la reforma que planteaba Lutero, contrario al Renacimiento, exaltaba la religiosidad, el castigo y la redención divina desde la literatura, la pintura, y la arquitectura.  

El poder político también se ha valido de las expresiones artísticas para lograr sus cometidos. El arte es y será uno de los medios más importantes de implantar una ideología, pues nos ofrece un gran abanico de posibilidades representativas mediante las cuales se puede comunicar y transferir inquietudes y expectativas; prácticas y valores que se esperan de una determinada sociedad. Esa cualidad ideológica le permite al poder acceder a una forma de adoctrinamiento para unificar y dominar a un pueblo.

Entre los ejemplos más claros y relevantes para la historia, están el arte promovido por el partido nacionalista en Alemania y el impulsado por la Unión Soviética. Durante la dictadura de Hitler el arte fue entendido como un vehículo bastante prometedor para la propaganda política; fue así que la literatura y el cine se consolidaron como las armas más eficaces —en tanto productos culturales— que implementó el régimen. Además, su conocimiento sobre la importancia del arte y la cultura para la unificación y dominación de la sociedad se vio reflejado en su ambicioso proyecto: el Führer Museum. Con más de seis mil pinturas producto del saqueo a otros países del continente, esta pinacoteca habría superado la colección actual del Museo del Prado. 

Por su parte, el Realismo Socialista se consagró como una corriente artística que propagó los postulados de esta ideología. Tal tendencia fue impuesta oficialmente durante muchos años en la U.R.S.S. con el propósito de expandir la conciencia de clase y el conocimiento de las problemáticas sociales.

Hasta ahora hemos hablado del arte al servicio del poder hegemónico, aquel que busca el sometimiento de la otredad y la sumisión; sin embargo, el principio fundamental del arte es la capacidad libertadora que tiene la actividad creativa en la producción artística. En contraste con el caso del Tercer Reich y el Partido Comunista, es interesante observar el arte vanguardista.

El Vanguardismo, proveniente del Occidente, surge como un movimiento que busca romper la escuela tradicional. Tiene en la mira la innovación y hace honor a su origen francés, avant-garde, una expresión militar que significa ‘’el que va adelante’’. Esta corriente artística, principalmente pictórica y literaria, representa el rechazo a la realidad, intenta un cambio en ella alejado de las reglas rígidas y clásicas. Aspira a una libertad de expresión y de pensamiento. 

En el caso de la literatura, hubo un concepto fundamental que trasformó por completo el arte de la escritura; tomado prestado de lo político, apela al activismo y la voluntad de cambio: El Manifiesto. Después de 1848, con el ‘’Manifiesto Comunista’’ escrito por Karl Marx y Fiedrich Engels, comenzaron a aparecer los manifiestos artísticos, como declaración pública contra los valores morales de la clase burguesa y su concepto de belleza; llamaban a la acción de cambio desde la práctica de las artes.

El Futurismo, nacido en Italia, fue uno de los movimientos estéticos de la vanguardia más violentos. Con sus manifiestos dedicados a la pintura, escultura, arquitectura y cine, y al mismo tiempo seducido por la innovación tecnológica y el progreso, exaltaba lo nacional, lo guerrero y la adoración a las máquinas, dejando atrás la estética tradicional para promover la vida contemporánea. Escribe de la Peña (2018) ‘’trasciende lo artístico para convertirse en un fenómeno ideológico’’.

Por otra parte, entre las vanguardias pictóricas con interés social es el Cubismo. Como menciona De la Peña (2018) ‘’su objetivo no es copiar la realidad, sino construirla’’. Uno de sus más reconocidos exponentes, y considerado su creador, es el pintor y escultor español, Pablo Picasso, cuya obra está fuertemente marcada por la Guerra Civil Española.

Tren en movimiento (1922) Ivo Pannaggi.

Cartel del segundo congreso por la paz, 1950. Picasso.

Las obras de Picasso no sólo significaron una nueva tendencia de ruptura de la estética convencional a través de sus formas y colores, sino que, tras su adhesión al Partido Comunista Francés, se convirtieron en un emblema sobre la paz y la libertad, pues expresaban abiertamente su crítica sobre las guerras y sus devastadoras consecuencias convertidas en sufrimiento humano.

Como hemos visto, históricamente las figuras de poder siempre han estado vinculadas al arte, ya sea desde su producción hasta su interpretación; pero éste también puede buscar servir a un poder contestatario, porque tener la facultad de no ser sometido, también es poder. 

El arte, al estar tan vinculado a la naturaleza expresiva y comunicativa del ser humano, puede ser un medio para reflejar los pensamientos, sueños, acciones, costumbres,  opiniones y emociones individuales y colectivas; por ello, sea cual sea la relación del arte con el poder, es fundamental entender su papel como medio de cambio social perdurable.

Edificio G, planta baja, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM,
Circuito Mario de la Cueva S/N, Ciudad Universitaria, C.P. 04510, Coyoacán, CDMX

Teléfono: 56 22 94 70, ext. 84354, 84359

Mail: culturaconpolakas@politicas.unam.mx