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Diego Rivera

Por Sofia Gamboa Napoles

Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, mejor conocido como Diego Rivera, nació en la ciudad de Guanajuato el 8 de diciembre de 1886.  

A pesar de los deseos de su padre para que estudiara en el Colegio Militar, Diego comenzó a tomar clases nocturnas en la Academia de San Carlos, institución dedicada a la enseñanza de la arquitectura, pintura, escultura y grabados. Fue aquí donde conoció al célebre paisajista José María Velasco, cuyas obras serían clave para la construcción de una identidad nacional y servirían de inspiración para el movimiento pictórico del muralismo.

En 1907, a través de una beca otorgada por el gobierno de Veracruz, emprende un viaje de perfeccionamiento a España. Aquí se familiarizó con la obra de Goya, El Greco y Brueghel, así mismo tuvo oportunidad de asistir al taller del paisajista más famoso de aquel momento en Madrid: Eduardo Chicharro. 

Tres años más tarde, instalado en París, se codeó con los círculos más importantes de artistas e intelectuales vanguardistas, entre ellos Pablo Picasso, Ilya Ehrenburg y Amedeo Modigliani. Estos dos últimos personajes, junto con la esposa del propio Modigliani, fueron plasmados en el cuadro de Marie Vorobieff Homenaje a amigos de Montparnasse.

En 1921, convocado por el Secretario de Educación, José Vasconcelos, Rivera regresó a México. Inspirado por el ambiente revolucionario aún vigente en el país, el pintor decidió unirse al proyecto sociocultural que planteaba el gobierno de aquel momento. Así, en 1922 comenzó su primer mural en la Escuela Nacional Preparatoria. 

Un año después, junto a grandes muralistas como David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, fundó el Sindicato de Obreros, Técnicos, Pintores y Escultores. Dando paso al periodo más prolífico de esta corriente pictórica. A diferencia de sus contemporáneos muralistas, Rivera no había participado en la guerra de la Revolución; sin embargo, su ideología y convicciones políticas lo relacionaban estrechamente con el movimiento y sus ideales. Por ello, sus obras reflejan los valores y aspiraciones revolucionarios.

En 1923 Rivera realizaría los murales de la Secretaría de Educación Pública en Ciudad de México, en 1927 los de la Universidad Autónoma de Chapingo y para 1930 los del Palacio de Cortés en Cuernavaca.

La influencia del posmodernismo y el cubismo lo acompañó hasta el final. Diego Rivera logró rescatar el pasado precolombino, los momentos más significativos de nuestra historia, la tierra, la figura del campesino y el obrero, las tradiciones y costumbres, así como el carácter popular a través de formas simplificadas y con un vivo colorido.

Edificio G, planta baja, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Circuito Mario de la Cueva S/N, Ciudad Universitaria, C.P. 04510, Coyoacán, CDMX

 

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