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Francisco Eppens Helguera

Por Sofia Gamboa Napoles

Francisco Eppens Helguera nació en San Luis Potosí el 1° de febrero de 1913 dentro del seno de una familia suizo-mexicana. En aquel tiempo, la Revolución significó un gran golpe para el patrimonio económico de su familia, por lo que su madre se trasladó junto con él a Ciudad de México.

Entre 1929 y 1935 trabajó haciendo dibujo publicitario para varias empresas, y de las agencias de publicidad pasó a los estudios cinematográficos, donde se desempeñó como escenógrafo y rotulista.

Aunque ya instalado ahí tuvo la oportunidad de asistir a la Academia de Bellas Artes de San Carlos  -donde estudió dibujo y pintura con Enrique Ugarte, y escultura con el maestro Ignacio Asúnsolo- la necesidad económica de su familia lo llevó a trabajar desde muy joven, dejando de lado su interés por estudiar arquitectura.

Su trabajo como grabador dejó ver su compromiso político y el carácter social que buscaba plasmar en sus obras, pues éstas tenían como principal temática la figura humana, así como los paisajes típicos de la provincia mexicana, la religiosidad, sus costumbres y tradiciones. 

“Encuentro el gran caudal de símbolos en lo prehispánico, y en general en la historia mexicana. Mi pretensión es acudir a su fuerza, a su don de permanencia, aunque al respecto no me hago ilusiones. Cualquier simbolismo de una época pierde luego su vigencia”- le mencionó en una entrevista al periodista mexicano Carlos Monsivaís. 

Exponente de la tercera generación de la denominada Escuela Mexicana de Pintura, Chávez Morado fue un muralista interesado en la experimentación de técnicas y materiales novedosos. Hizo obras tradicionales en fresco, y también incursionó en diferentes técnicas que ocupaban materiales como la vinilita, mosaico, cantera, bronce y terracota.

Entre la década de los 50, Chávez Morado alcanzó la cúspide de su carrera como muralista, pues cuenta con al menos una treintena de obras. Entre las más importantes se encuentra ‘‘El retorno de Quetzalcóatl, La conquista de la energía, y La ciencia del trabajo’’, realizada en la antigua Torre de Ciencias en Ciudad Universitaria en 1952 , el fresco de la escalera principal de la Alhóndiga de Granaditas ‘‘Guanajuato’’ y “Los Mayas”, “Conquista y Libertad” y “Los Aztecas” en la Secretaría de Comunicaciones en 1954.

Además de pintor, destacó como educador, museólogo y coleccionista de obras de arte y arqueológicas. En 1935 fue nombrado jefe de la Sección de Artes Plásticas del Departamento de Bellas Artes (SEP) y en 1939 recibió el nombramiento de productor de arte por parte de la SEP. Así mismo, en 1962 asumió el cargo de director de la Escuela de Diseño y Artesanías (INBAL).

Sobre su trabajo como muralista expresó que “Los murales son obras hacia las que el público tiene la misma actitud que a veces tenemos con los miembros de nuestra familia o con amigos muy cercanos: a fuerza de verlos y convivir con ellos parece que no los tomamos en cuenta, pero lo cierto es que están ahí y que sin ellos nuestra vida sería distinta”.

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