Vestigios extraterrestres y Arte en el Palacio de Minería
Por Diego Adrián Marroquín Rodríguez
Es un día soleado en el Centro Histórico de la Ciudad de México, un domingo de verano sin nubes y con el sol a todo poder. Algunos lo aprovechan para conocer la oferta cultural que ofrece esta parte de la ciudad y, en esta ocasión, toca el turno al Palacio de Minería, en la Plaza Tolsá. Vale la pena darse una vuelta por este magnífico edificio virreinal, en fin de semana, pues son sábados y domingos cuando se ofrecen visitas guiadas a los diversos espacios que ofrece el recinto, patrimonio de la UNAM.
Las visitas guiadas se ofrecen en dos horarios: 11 de la mañana y 1 de la tarde, con un costo de 30 pesos al público en general y con descuento de 50% a estudiantes y docentes que presenten credencial vigente. El recorrido inicia con una explicación de las meteoritas que se encuentran en el vestíbulo y, según el guía, son de las piezas más importantes de su tipo, que se conservan en el mundo. –“Tóquenlas, abrácenlas” –, nos instó el guía para que viviéramos la experiencia del contacto con esas estructuras férreas venidas desde los confines del Universo.
Ya adentro, el patio principal te deslumbrará con su estilo neoclásico que, desde finales de siglo XVIII, se impuso en la arquitectura novohispana. Este palacio se considera la obra cumbre del valenciano Manuel Tolsá y es fácil entender la razón: cada elemento fue pensado bajo una lógica racional siguiendo el canon de las culturas clásicas. Todo el recinto está hecho de una bella cantera de estilo Chiluca, traída del Estado de México y, seguramente, cuando vayas, notarás que la temperatura del interior es aún más fría conforme te adentras en el inmueble.
El Palacio de Minería estuvo a punto de ser la residencia del Segundo Imperio Mexicano, pero Maximiliano quedó fascinado por las vistas del Castillo de Chapultepec y prefirió vivir allá. En esta escalera podrás observar con mayor detenimiento la firma que le imprimió Tolsá a sus obras, ejemplo de ello es su balaustre, que también está presente en el Palacio de los Condes de Buenavista, hoy Museo Nacional de San Carlos, y en las torres de la Catedral Metropolitana.
La escalinata es el preámbulo de un espacio aún más impactante, la Antigua Capilla. Mi consejo personal es que no dejes de mirar hacia arriba, quedarás asombrado por los delicados detalles de los plafones y los casetones envueltos en octágonos azules, que recuerdan a la semidivinidad de María. No menos importante es el altar neoclásico de mármol rosado con un cuadro de la Virgen de Guadalupe y, a los lados, una escultura de San José y San Nicolás.
El último espacio que visitarás es el Salón de Actos, cuya historia te sorprenderá. Ahí, Don Benito Juárez realizó un banquete tras su llegada triunfal a la capital, en julio del 1867 y, durante un breve lapso, fue la Cámara de Diputados hasta la postrimería del Porfiriato; el general oaxaqueño tomó su última protesta como presidente en este lugar. No dejes de sorprenderte por las sillas de madera, que datan de esa época, asi como por el águila republicana, bañada en oro, que está al fondo del salón. La blancura de sus muros interiores te hará sentir que estás dentro de una película, en más de una ocasión.
Cómo llegar y dónde comer:
Llegar al Palacio de Minería es bastante sencillo. Si lo haces por transporte público tienes varias opciones: en Metro, están cerca las estaciones Bellas Artes, líneas 3 y 8, y Allende, en la 2; también pasa por ahí el trolebus, en el Eje Central. En esta parte del Centro Histórico de la CDMX abundan cafés y restaurantes, donde tomar algún refirgerio. Te recomiendo que camines hacia la calle de Donceles y pruebes El Callejón Café, te encantará y solo gastarás unos 60 pesos por una bebida caliente.
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